¿Cultura? Es una palabra llena de contenido, el ser humano transmite de generación en generación lo más importante de la vida social. Es un conjunto de costumbres, tradiciones, valores, virtudes, elementos de construcción, significado de las palabras, modos de relacionarse entre los diferentes miembros de la sociedad y un sinfín de creaciones humanas en todas las ramas de la ciencia, la tecnología y las artes. La misma interpretación de la vida y su sentido se ve influenciada por los pensadores sobresalientes de cada época.

En el fondo de la cultura, también se encuentra todo aquello que mejora a la persona y la hace digna de ser amada por quienes le rodean. Uno de estos aspectos que ayuda a que en las relaciones humanas se muestre esa dignidad es el agradecimiento.

El AGRADECIMIENTO es un estado interior por el que la persona reconoce que ha sido beneficiada por otra, que ha recibido algo merecido o inmerecido pero que es un regalo y lo reconoce hacia su bienhechor. Pone a cada uno en situación de reconocerse necesitado de los demás y por tanto humildemente abierto al apoyo, físico o moral. Hay muchos modos de agradecer: sonreír, dar la mano, decir gracias, muchas gracias, aprecio mucho lo que haces por mí, recuerdo los momentos en los que me has mostrado tu preocupación…

La gratitud no consiste, necesariamente, en devolver el bien recibido con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, valora la actitud amable de quien lo hizo.

Ser agradecido es apreciar a cada momento lo que los demás hacen por nosotros y generar con ellos un compromiso de confianza: como estamos conscientes de su ayuda, podremos responder de igual forma cuando ellos requieran la nuestra. Cuando la confianza crece, se convierte en amistad: dos seres humanos comparten emociones, problemas, soluciones y la ayuda fluye siempre en las dos direcciones.

El agradecimiento es un modo de amar. “Es más importante dar que recibir” decimos con frecuencia, sin embargo, al recibir lo que nos da otra persona le permitimos crecer, la reconocemos valiosa para nosotros, es un modo de dar. Dar y recibir, ambas, son definición de amor y deben ser una constante en nuestro diario caminar, un continuo intercambio de bienes materiales, afectivos y espirituales.

Hay un dicho que dice “es de buenos hijos ser agradecido”. No significa que los hijos puedan “pagar” a sus padres todo lo que han recibido, sino precisamente en su situación de no poder devolverlo, contemplan la bondad de cada acto realizado en su bien.

A veces los hijos nos ponemos en situación de jueces y vemos en los padres todo lo que ellos no son, aquello que les ha faltado darnos y no vemos que por encima de todo, gracias a ellos tenemos LA VIDA, de la cual se desprende poder tener la ocasión de ser felices. No hay padres perfectos pero todos dan mucho de lo que son.

Enseñar a los jóvenes a descubrir la grandeza de las personas mayores, a contemplar su sabiduría, a darles gracias por su esfuerzo, a corresponder con obras su desgaste en la lucha diaria…evitar juzgarlos, maltratarlos, criticarlos… es indispensable lograr una sociedad que las aprecie y respete, que no permita que vivan en soledad incluso cuando en su vida pasada hayan cometido grandes errores.

Como decía al principio, la cultura es pasar de una generación a la siguiente los valores y para enseñar a ser agradecidos, empecemos a serlo cada uno.

En toda circunstancia un corazón es más agradecido en la medida en que no espera de los demás un trato especial, de manera que cualquier detalle se convierte en un regalo. Qué mejor que proponernos en primer lugar hacer una lista de todo lo bueno -por pequeño que sea- que hayamos recibido y expresar desde nuestro interior que lo apreciamos.

Y… cómo desconocer a quien es Origen de todo bien…que no se cansa de dar, que nunca nos engaña, abandona o defrauda
Para ser realmente agradecidos es necesario abrir los ojos del alma para descubrir que en nuestra vida a pesar de las dificultades y problemas SIEMPRE RECIBIMOS MUCHOS BIENES.

 Escrito por:  Ing. Lic. Marcela Athié de Bazán

Licenciada en Administración de Instituciones por el ESDAI y Diplomada en Filosofía por la Universidad Panamericana. Orientadora familiar por el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Navarra, España. Profesionalmente, se desempeñó como Sub – directora del Centro de Orientación Personal y Familiar, S.C., Asistente de la Presidencia y Coordinadora de Formación y Desarrollo en Vida y Familia, A.C. En la docencia, ha colaborado como profesora en el Instituto de Educación Familiar I.E.F., en los Centros educativos en escuelas para padres, en LOMA Centro de Ciencias para la Familia, en COPEFA y siendo profesora de Licenciatura y Maestría en Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, AC.

Actualmente, es profesora en el área de Empresa Familia y Gerente de Procesos y Responsabilidad Social en ICAMI Región Centro.