Desde 1975, que las Naciones Unidas celebraron el Año Internacional de la Mujer, cada año se celebra el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, en el cual se conmemora la lucha por lograr la igualdad de oportunidades, mayor participación en la vida política y disminuir la violencia de género hacia las mujeres, por mencionar algunos ejemplos.

Sin lugar a duda, ha habido grandes avances en ella, no obstante, el camino para lograr la tan anhelada equidad (no sólo por parte de las mujeres, muchos hombres también la deseamos) aún es largo. En México es cada vez más común enterarse de desapariciones de mujeres y niñas, de denuncias por acoso o desigualdad de condiciones laborales y no, no es un tema nuevo, simplemente es un tema que ahora es más visible.

Vivimos en una sociedad con arraigado pensamiento sexista que fomenta la violencia de género, tanto en varones como en mujeres, tan así, que no nos damos cuenta que día a día reproducimos, y enseñamos, valores que menoscaban el papel de la mujer en la vida cotidiana. Por ejemplo, una de las primeras frases que nos dicen a los varones en nuestra infancia es “no llores, pareces niña”, por su parte, en las mujeres se fomenta la idea de que “todos los hombres son iguales”, cuando viven alguna desilusión amorosa.

Estoy seguro de que muchos lectores tal vez no hayan llegado hasta esta línea, porque a la mayoría de las personas, nos cuesta trabajo aceptar que aquello que se nos ha enseñado desde el núcleo familiar no es, precisamente, vivir con valores. Por ello es que debemos estar conscientes de los privilegios que tenemos los varones, lo cual no debiera ser y tomar acciones concretas que nos lleven a una sociedad en la que no haya diferencias sociales, de seguridad ni laborales entre hombres y mujeres.

Precisamente, en la esfera laboral, la discriminación hacia el trabajo de la mujer está latente y para muestra, no basta un botón, hoy nos remitiremos a datos duros. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres que ocupan una posición de mando intermedio (es decir, que deban ejercer el mando a un nivel no directivo) son prácticamente la mitad, en número, que los hombres.

 

Revisando más a profundidad los datos de la misma encuesta, encontramos que la remuneración que reciben los hombres que tienen una posición de mando intermedio es, en promedio, 14% mayor que la que reciben las mujeres en el mismo nivel de responsabilidad y mismas funciones.

Como podemos ver en las dos gráficas anteriores, las mujeres tienen menos oportunidades que los varones para desempeñar funciones que requieran el ejercicio del mando, además, la remuneración sigue siendo un tema de desigualdad.

Existen varios temas por los cuales continúan estas diferencias en oportunidades de trabajo. Frecuentemente, pensamos en el papel de la mujer como la cabeza de la casa, aquella persona que debe estar al tanto de la educación de los hijos, de la administración del presupuesto familiar y encargarse, directa o indirectamente, que todo esté en orden en el hogar. Por ello, los directivos temen que las mujeres, en algún momento, tomen la decisión de dedicarse de tiempo completo a sus funciones de madre y ama de casa y dejen su trabajo en la empresa, decidiendo así dar mayores oportunidades a los varones de ocupar posiciones estratégicas y tácticas dentro de la organización.

Si los encargados de las decisiones continúan pensando por las mujeres, en lugar de preguntarles directamente cuáles son sus prioridades en cuanto a vida personal y carrera, se estarán negando oportunidades a mujeres con gran talento y se corre el riesgo de otorgar estas responsabilidades a varones que, no necesariamente, tengan las aptitudes ni la actitud que se requiere, sólo porque se da por sentado que los hombres no tenemos que decidir entre el trabajo y atender de tiempo completo a la familia y el hogar.

Es aquí donde debemos reflexionar qué hacer como líder para lograr una verdadera equidad de oportunidades, no basta con elevar el número de mujeres en posiciones estratégicas sólo por cumplir con una cuota de género, sino de poner a las personas correctas en los puestos que lo requieran, es aprovechar el talento de todos, de otra manera estaremos cada vez más lejos de lograr la consecución de los objetivos organizacionales.

 Escrito por: Alejandro Aguilar

Licenciado en Comunicación, con subespecialidad en Comunicación Organizacional. Candidato a Maestro en Ciencia de Datos para Negocios. Cuenta con amplia experiencia en análisis estadístico, visualización de datos y marketing digital; entusiasta de Excel. Actualmente se desempeña como Coordinador Nacional de Inteligencia de Mercados en ICAMI.