Contra todo pronóstico el resultado de las pasadas votaciones en Estados Unidos, para elegir al próximo presidente, dio el triunfo a Donald Trump. La noticia que pocos esperaban se tradujo en desánimo, decepción e incertidumbre, dados los escenarios fatalistas que se anunciaron a diestra y siniestra, si el magnate neoyorkino resultaba ganador.

Escenarios donde la fragilidad del peso frente al dólar, así como las controversias sobre la visita a México del hoy presidente y los discurso racistas, abonaron el sentimiento de derrota expresado lo mismo por especialistas, que por los menos avezados, en cualquier mesa de café.

¿Qué ganamos y qué perdemos en México con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca? Son preguntas cuyas respuestas encontraremos con el paso de los días. Sin embargo, este acontecimiento que no solo compete al país del norte, sino que toca a todo el orbe, por el hecho de tratarse de una importante potencia económica, merece la reflexión, la introspección. Sí, mirar al interior de nuestro país, de nuestras empresas y de cada persona como elemento del engranaje que hace girar a la economía.

Es cierto que México necesita menos dependencia de los Estados Unidos de Norteamérica, y para ello debe fortalecer su mercado interno y diversificar sus exportaciones fuera del centralismo que actualmente representa el TLCAN, se trata de no tener todos los huevos puestos en una sola canasta.

Para fortalecer el mercado interno debemos reforzar a los mandos intermedios que son fundamentales motores para el crecimiento de las empresas en México, amén de que son el sector de consumo más importante del mercado interno, porque reciben mejores salarios, cuidan de sus familias, ahorran, compran productos en México y viajan generalmente dentro del país.

Cuando los movimientos de la economía y la política mundial señalan tiempos adversos, es momento para sacar fuerzas. Fortalecernos al interior, detenernos a estudiar objetivamente cada una de las tareas que realizamos, hacer suma de voluntades, experiencias, logros y capacidades para potencializarlas con la visión no solo de mantenernos firmes, sino crecer en un escenario incierto o de pretendidas adversidades.

Los resultados de las elecciones norteamericanas son una oportunidad para las empresas, de anclar proyectos, depurarlos con proyecciones honestas y metas alcanzables; nos brindan el momento propicio para sacar lo mejor de cada organización, engrandecerse desde el interior, con su propia gente, impulsándola.

Si el hoy llamado efecto Trump que en términos de la economía significa una variación desfavorable en las operaciones cambiarias, al interior de las empresas puede convertirse en un ejercicio para cerrar filas, buscar nuevas maneras de vender o incluso explorar nuevos mercados y diversificar, de echar un vistazo a países que no habíamos considerado llegar en el continente europeo o asiático.

Es quizá la oportunidad para darle un giro a la forma en que hemos venido trabajando y tomar muy en serio la necesidad de formar o afinar las habilidades de los equipos de trabajo, de los directores y supervisores; comprender que si formamos mejores personas tendremos mejores empresas.

Si en México tomamos este momento histórico, porque lo es, con ánimo constructivo y las empresas se afianzan a la base sólida de mandos intermedios empoderados, el horizonte será más amplio y prometedor, sin el eco conformista del “si se puede”, sin la especulación y el miedo, sino desde la certeza de lo que somos capaces de hacer porque sabemos cómo hacerlo. La experiencia que cada empresa y cada persona ha acumulado se traducirán en el mejor soporte y la carta del destino que hoy se advierte oscura, será la virtud que guié hacia las metas.

En definitiva no podemos dejar que los malos augurios nos ahoguen y nos hagan congelar las proyecciones de la empresa ni las inversiones, tampoco es prudente dejarse avasallar. Nos toca vivir y construir la historia,  por lo tanto cualquier cosa que hagamos, que sea pensando en el beneficio propio, es decir, de la empresa, de nuestro puesto de trabajo, del país.

Cada pieza es fundamental, necesitamos trabajar arduamente, aprovechar las capacidades de cada uno de nuestros colaboradores, fortalecerlos y empoderarlos para contrarrestar lo que pueda venir.

 

 Escrito por:  Ing. Alfonso Aguilera Gómez

Director General de ICAMI Región Centro. Cuenta con una Master en Dirección de Empresas para Ejecutivos con Experiencia, por el IPADE.