A todos nos gusta ganar, nos gusta pertenecer a un equipo ganador y tener resultados extraordinarios, incluso los exigimos estableciendo grandes metas y dando un seguimiento puntual a través de alguna de las metodologías de rendición de cuentas, pero…

¿Qué es lo que hace la diferencia? ¿Cómo se logra realmente el alto desempeño?

Sea un pequeño negocio, una gran empresa o un departamento, todo comienza desde el enrolamiento y alineación del equipo. Eso que comúnmente conocemos como la visión es el catalizador para esto, es ese sueño, ese gran proyecto con la capacidad de generar un ideal compartido, lo que motiva y logra un compromiso legítimo.

Se dice que la visión guía a la acción, y la acción mueve al mundo en la dirección de esa visión, de aquí nace otro factor fundamental en el desempeño de un equipo: El propósito. Una gran idea se puede esfumar si no tiene un propósito, una respuesta sin titubeo a ¿por qué hacemos lo que hacemos?, ¿Para qué y Para quién es importante? y ¿Qué valor genera? El propósito no es, en esencia, un objetivo.  Más bien se refiere a una razón de ser, será muy complicado establecer objetivos y acciones verdaderamente estratégicas sin un propósito claro.

Podemos asegurar una gran visión y un propósito trascendente, pero, ¿Qué hay de las personas?, ¿Cómo saber si tenemos al equipo indicado para ese gran reto? o bien, ¿Cómo elegir a los indicados? Y más allá de los aspectos técnicos, destacaría los conceptos de identidad y compatibilidad, eso a lo que normalmente llamamos valores no estrictamente se refiere a la parte ética, aunque la incluye; sino a una forma de pensar y de actuar, a tener claro en qué se cree y lo que tiene valor. De esta manera puedes identificar y elegir a quienes lo compartan o lo puedan adoptar, esto es un gran paso a su rápida integración y potencializará tu cultura, al grado de que el mismo sistema de trabajo señalará continuamente a quienes no apliquen o encajen con la filosofía del equipo.

Al momento de lograr resultados se habla mucho de cómo motivar o mantener a un equipo motivado, la verdadera motivación, aquella que no es intermitente y es difícil de apagar, viene de adentro de ellos, de ser y sentirse parte de esa visión y propósito, de compartir esos ideales, de tener facultades y recursos para crear, contribuir y de obtener beneficios por sus logros. Crea un ambiente motivador, retador y sobre todo congruente, y no será necesario ningún discurso motivacional, esto a su vez generará un sentido natural de responsabilidad sobre los resultados o lo que hoy escuchamos llamar como accountability.

Los líderes son un factor primordial en el equipo. Las posiciones de liderazgo deben ejercerse como la oportunidad de ayudar a que los demás sean mejores, a crear organizaciones altamente competitivas, combinando las habilidades profesionales y los valores personales.

Una de las cosas más importantes de un equipo de alto desempeño es cómo afrontan sus errores. ¿Pensabas que no cometían errores? ¡Al contrario! Tratan de equivocarse lo más rápido posible, porque sus errores no se juzgan o se señalan, son materia prima para el aprendizaje y esto tiene que ver con la mentalidad o el también conocido Mindset, una mentalidad de crecimiento les permite ver en un error deseo de aprendizaje, y esto a su vez genera una tendencia a buscar retos, persistir, esforzarse para lograr la especialización, aceptar la crítica y a no ver amenaza en el éxito de los demás, si no a encontrar lecciones e inspirarse.

Si le preguntas a alguien qué hace en su cargo, seguramente te hablará de procesos básicos y cotidianos. Un equipo de alto desempeño también es diferente a la hora de interpretar el trabajo, si bien, dichos procesos son importantes y deben cumplirse a la perfección, tienen muy claro que su misión en la organización va más allá de eso, se enfocan en objetivos trascendentes y en la continua generación de valor.

Y, por último, pero obligado para que lo anterior logre su peso específico, un equipo de alto desempeño necesita un ecosistema óptimo para desarrollarse, los modelos donde prevalecen jerarquías, poder, intereses particulares y decisiones centralizadas matan el impulso de estos equipos, que se alimentan del objetivo común establecido que los mueve, su capacidad creativa, colaboración y participación en las decisiones.

Entonces, ¿quieres un equipo ganador? Seguro has escuchado más de uno de estos conceptos de gestión, se trata de pasar de lo conceptual a lo realmente aplicable, de crear un ambiente que le permita a cada integrante de tu equipo ser la mejor versión de sí mismo, los resultados que buscas serán consecuencia.

Escrito por: Michel Alberto Corrales Núñez

Ing. Industrial en el Instituto tecnológico de Culiacan, Maestría en administración de negocios con especialidad en Finanzas en Tec Milenio, Experiencia como Coordinador de Proyectos y Consultor empresarial en Aurum Consulting Group e independiente. Actualmente en Grupo Impulsora en el giro de comercialización de insumos agrícolas, inicialmente como Gerente de Operaciones y al día de hoy como Director de Administración y Finanzas. Profesor de ICAMI en las áreas de Dirección General, Dirección de personas, Administración y Finanzas.