A lo largo de los años, las empresas han cuestionado el valor que aportan los mandos medios. De tal forma que es fácil identificar la aportación que realizan los líderes en las organizaciones, por ejemplo, todos podemos reconocer el valor de la visión de líderes como Steve Jobs, así como la importancia de su gestión para reconfigurar Apple y convertirla en una empresa que transformó la industria.

Sin embargo, poco se habla del papel que tuvieron los mandos medios en este proceso, aquellos que hicieron posible pasar de una idea genial a un producto y finalmente a un servicio novedoso.  En la actualidad, tras una pandemia que nos obligó a aislarnos socialmente y alejarnos de nuestros centros de trabajo tradicionales, los mandos medios se han reposicionado como un elemento que, gracias a sus competencias poderosas, les permitieron a las empresas adaptarse rápidamente ante los cambios del entorno para superar las crisis para vislumbrar un nuevo esquema de relaciones de trabajo. ¿Cómo ha sido esta posible esta evolución?

LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA

Las empresas productivas tal como las conocemos hoy en día, han evolucionado desde la antigüedad. En Mesopotamia en el 4000 A.C., algunas regiones donde se agrupaban los artesanos y comerciantes en gremios establecían asociaciones para colaborar en la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios.

Con el paso del tiempo, en la Edad Media, estas asociaciones y gremios adquirieron gran importancia. Pero es hasta la Revolución Industrial en el siglo XIX cuando el capitalismo impulsó la formación de empresas más grandes y complejas como las fábricas. Por consiguiente, las industrias requerían una mayor organización y estructura para gestionar sus recursos y operaciones de manera más eficiente.

De modo que la estructura organizacional jerárquica se estableció como el estándar de la empresa hasta mediados del siglo XX.

La estructura de organización jerárquica tiene como origen la estructura del ejército, y el concepto de la cadena de mando. Esta estructura tiene por objetivo facilitar la forma de decisiones rápidas y efectivas en situaciones de combate o de operaciones militares. Algunas de sus características son:

  1. Cadena de mando: la autoridad se reconoce desde los niveles más bajos hasta el más alto, los soldados reportan a sus superiores y estos, a su vez reportan a los de mayor rango, de forma que se establece una cadena de mando.
  2. Rangos y jerarquía: los miembros del ejército tienen diferentes rangos como: soldado raso, cabo, sargento, teniente, capitán, coronel, general, etcétera. Cada rango posee responsabilidades en función de la autoridad específica. Los rangos tienen símbolos visibles que los hacen claros, conocidos y respetados por todos, bajo pena de reprimendas o castigos a quien no lo haga.
  3. Especialización y unidades: el ejército se organiza en unidades especializadas como: infantería, fuerza aérea, fuerza naval, por mencionar algunas. Y cada una tiene funciones y tareas específicas.
  4. Concepto de disciplina: el concepto de disciplina es fundamental en el ejército para asegurar la obediencia y la cohesión en el campo de batalla.

LA ESTRUCTURA ORGANIZACIONAL DE LAS EMPRESAS

Basado en este modelo, las organizaciones comerciales se desarrollaron durante el siglo XX, al adoptar una estructura jerárquica similar. Si bien, el concepto de obediencia permitía una mayor flexibilidad, también es cierto que se mantenía la especialización y división de funciones y rangos.

El papel del mando medio definido en dicha estructura es claro e incuestionable el valor de trasladar y traducir la estrategia para formularla y desmembrarla en partes más pequeñas para asegurar su cumplimiento en los niveles operativos de la empresa.

Entre sus funciones, se destacan las cualidades principales del mando medio: entender la estrategia, traducirla en un lenguaje operativo generando indicadores que permitan medir el avance y cumplimiento.

Por otra parte, con la evolución de la tecnología, la necesidad de mayor eficiencia y productividad, el rol del mando medio fue cuestionado. Si hoy existen mecanismos que permiten comunicar, medir y monitorear el trabajo remoto de grandes equipos de operaciones en las empresas, entonces ¿qué hace el mando medio que no puedan hacer los altos directivos?; ¿Lo que le pago al nivel gerencial realmente aporta valor?; ¿Qué pasaría si elimino todo o parte del nivel gerencial?, ¿Podría mejorar el rendimiento de la empresa?

Para responder a estos cuestionamientos compartiré una experiencia que me confió un empresario al que apoyamos en la formación de su equipo. Esta persona me compartió que en su empresa después de un ejercicio de análisis de procesos y productividad, decidieron recortar un buen número de supervisores de línea. Lo cual en un principio arrojó resultados positivos a costa de una sobrecarga de trabajo de los supervisores que permanecieron. El asunto llegó a tal nivel, que uno de estos supervisores terminó renunciando por el nivel de burnout generado.

Ante esta renuncia, se decidió nombrar a un supervisor, surgido del mismo equipo operativo de la línea de producción a supervisar. El resultado: el personal descalificó la capacidad del nuevo supervisor y falló en la entrega puntual de pedidos.

Las pérdidas ocasionadas por estas fallas, no solo superaron los sueldos “ahorrados” por los supervisores que fueron separados de sus cargos, sino que generaron pérdidas por varios años.  Gran parte del conocimiento de procesos, del sentido de urgencia, de la gestión del talento y del cuidado de los recursos, entre otras cosas, se fueron junto con los supervisores que dejaron la empresa.

EL NUEVO ROL DEL MANDO MEDIO

Durante la pandemia, las empresas tuvieron que adaptarse de la noche a la mañana a nuevos esquemas de trabajo, nuevas formas de gestión, nuevos modelos organizacionales.

Por supuesto que la tecnología tuvo un papel relevante en la adecuación a estas nuevas formas de trabajo, al utilizar recursos de habilidades como la adaptabilidad, la gestión de la incertidumbre en los equipos de trabajo, el manejo de la información relevante, la motivación, la resistencia al cambio, la negociación, la adopción de nuevos mecanismos de medición de desempeño, entre otros. Elementos que hicieron que las empresas mantuvieran o recuperaran rápidamente el rumbo.

¿Qué aportan los mandos medios?, Hoy en día ¿cómo debe ser la organización de las empresas para lograr mejores resultados?

Escrito por: Eduardo Fernández

Ingeniero industrial por la Universidad Panamericana, sede Guadalajara. Master en Dirección de Empresas por IPADE. En su experiencia profesional se ha desempeñado como Director de Entrenamiento para Convergencia y Director Regional Occidente de Citibank México y Profesor del área de mercadotecnia y planeación estratégica en la escuela de ingeniería de UP y profesor áreas de comercialización y administración en ICAMI. Actualmente, es Director General de ICAMI Región Occidente.