Retomo unos fragmentos de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Libro que, pienso, fue escrito como lo hacía Platón, y que se quiere profundizar en temas como el amor, la amistad y el sentido de la vida.
El personaje se encuentra con el Zorro y se genera un diálogo:
“… Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo… Adiós – dijo el Zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos…”
Al conjunto de características necesarias e imprescindibles para que la empresa sea lo que es, se le llama “esencia” y es, por lo general, asociado con la idea de rentabilidad o el “ganar dinero”. Este modo reduccionista de la esencia de la empresa nos hace pervertirnos con el mercado o con nuestros colaboradores.
Si del “cliente” sólo me interesa parte de su ingreso, entonces ¿Cómo genero lazos con él para diferenciarme de la competencia y ser su elección? Este tipo de empresas es práctica: un margen de utilidad al producto con bajo costo de operación. También repiten la frase “nadie es indispensable en esta organización”. Así como lo dijo el Zorro “Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños…”, aunque sigamos en el mercado no somos la elección para la gran mayoría. Nos falta esencia y somos invisibles ante nuestros clientes.
Al elegirme como opción ¿Qué puede ver el cliente en mi empresa además del precio de mi producto?, ¿Fui la solución momentánea de su problema o soy la opción para la satisfacción de necesidades a largo plazo? ¿Puedo repetir esto último con otros clientes? La esencia de la empresa es percibida por el cliente a través de nuestros colaboradores y difícilmente sólo por el producto en sí. Tener un valor económico agregado se vuelve un medio y no propiamente el fin para lograr objetivos.
Es por eso, que ese conjunto de características permanentes e invariables que determinan la naturaleza de una empresa deben permanecer aún en tiempos difíciles, porque son la ocasión de hacernos cambiar, resolver momentáneamente nuestra situación y muy difícilmente volver a ser lo que fuimos. Esto lo percibe el cliente y nuestros colaboradores “no es como era antes”.
¿Sabemos lo que somos? “Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos…”.
Rafael Hinojosa Rojo es Licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Sinaloa y Máster en Educación con acentuación en Asesoramiento Educativo-Familiar por el Centro Universitario Villanueva de Madrid, España. También tiene un diplomado en Entrenamiento en Coaching por el Instituto Argentino de la Empresa y es Diplomado en Administración de Empresas por el Instituto Politécnico Nacional.
Ha sido Presidente de Jóvenes Empresarios de CANACO, Culiacán y Secretario de CANACO, Culiacán. Colabora en la columna Desde ICAMI que se publica en el periódico Noroeste y actualmente se desempeña como Administrador de Negocio inmobiliario Regional. Además en ICAMI Sede Culiacán es el Coordinador General y Académico y Profesor en el área de Factor Humano y Cultura Organizacional.