A muchos empresarios y directores generales se les “eriza la piel” cuando escuchan decir que estamos ya en la era de la transformación digital y esto es debido principalmente a que existe mucho desconocimiento alrededor del significado de este concepto y algunos que otros mitos, con respecto de cuáles son los procedimientos para implementarlo, el miedo al cambio y a los nuevos términos que han surgido en este tema, sin saber si la empresa y los colaboradores están preparados para esta nueva era.
La tan mencionada cuarta revolución industrial es una verdad innegable que genera cambios ostensibles tanto en individuos como en entidades y organizaciones.
La transformación digital se puede definir como la integración de las nuevas tecnologías en todas las áreas de una empresa para cambiar su forma de funcionar. El objetivo es optimizar los procesos, mejorar su competitividad y ofrecer un nuevo valor añadido a sus clientes.
Adaptarse a estas realidades por parte de unos y otros no es una tarea fácil y se debe afrontar el gran reto de repensar, reformar, reestructurar, reformular, procesos y estructuras que permitan enfrentar esta “nueva” situación y antes que nada tratar de comprenderla buscando oportunidades que ayuden a priorizar acciones en este campo.
La transformación digital es un proceso disruptivo y ya no puede considerarse una opción, las empresas están en la necesidad de renovarse adaptándose a la digitalización si quieren seguir siendo competitivas, pero su implementación debe ser personalizada y adecuada al ritmo y sobre todo al “momento” de cada compañía, para poder así asumir cambios de manera más natural.
La implementación, a su vez, debe ser paulatina para que la totalidad de los integrantes de la organización pueda asimilar sus implicaciones.
Empresas especializadas en desarrollo organizacional, han realizado investigaciones en las que han encuestado a los dirigentes de las organizaciones más grandes del mundo, averiguando acerca de la evolución de sus sentimientos, prioridades y desafíos sobre la forma en que utilizan la tecnología para transformar sus entidades.
Los hallazgos permiten afirmar que “hacer lo digitalmente correcto” significa que tal vez necesita cambiar sus formas de maximizar el potencial para impulsar el negocio. Puede pensar que hay obstáculos, pero no es falta de dinero, de tiempo o de recursos. Es la persona y su mentalidad sobre la estrategia digital.
Hace un poco más de una década las compañías se enfocaban principalmente en la “minería de datos”, tecnologías de búsqueda y en colaboración virtual con sus distintos grupos de interés. Hoy en día ellas concentran sus esfuerzos y energías hacia la inteligencia artificial (IA), el “machine learning”, y el internet de las cosas (IoT) entre algunas de las más avanzadas y diferentes herramientas emergentes.
Actualmente la estrategia digital conduce las acciones y los objetivos de muchas áreas funcionales, que incluyen marketing, ventas y sobre todo la gestión de los recursos humanos, esto por la adaptabilidad al cambio y a la necesidad de reforzar las competencias o soft skills para afrontar estos nuevos retos.
La evolución hacia lo digital se sostiene sobre cuatro pilares fundamentales: tecnología, experiencia del cliente, cultura empresarial y objetivos de negocio.
El nuevo panorama digital requiere personas innovadoras, creativas y dispuestas a formarse digitalmente. Este proceso implica tanto a empleados como a directivos, que deben adquirir competencias digitales y otras habilidades como:
- Capacidad de autoaprendizaje
- Trabajo colaborativo entre departamentos
- Comunicación fluida y eficaz con clientes, proveedores y compañeros
- Orientación al cliente
En un mundo altamente tecnológico, las nuevas oportunidades surgen de las posibilidades que nos brinda la digitalización.
De acuerdo con la International Data Corporation, para el 2020 el 40% de las tres mil principales empresas de América Latina dependerán de su capacidad para crear productos, servicios y experiencias digitales; mientras que, en 2017, dos de cada cinco de estas empresas contaron con equipos dedicados a la transformación digital.
En resumen, la transformación digital no es un objetivo en sí mismo sino un proceso que requiere una actitud abierta al cambio, inteligencia emocional y capacidad para adaptarse a un entorno dinámico y en constante evolución.
Estoy totalmente de acuerdo con los autores del libro: “Re Evolución Digital” cuando aseveran: “En los modelos de negocio tradicionales muchos son expertos y saben cómo competir. En los nuevos y digitales modelos de negocio, todos estamos aprendiendo… y el que aprenda más rápido llevará ventaja a los competidores.»
Licenciado en Administración de Empresas y Diplomado en Marketing por la Universidad Iberoamericana, con amplia experiencia en las áreas de Planeación Estratégica, Marketing y Publicidad. Especialidades: Creación de marca e identidad, planeación estratégica y desarrollo del Plan de Marketing en empresas como Grupo Bimbo, Joyco de México y Grupo Kraneo Comunicación. Actualmente trabaja en ICAMI como Director Nacional de Marketing.